Comentario
Capítulo segundo
De la estimación en que era tenido el dios llamado Titlacaoa o Tezcatlipuca
El dios que se llamava Titlacaoan dezían que era criador del cielo y la tierra y era todopoderoso, el cual dava a los bivos todo cuanto era menester de comer y bever y riquezas. Y el dicho Titlacaoan era invisible y como escuridad y aire, y cuando parecía o hablava a algún hombre era como sombra. Y sabía los secretos de los hombres que tenían en los coraçones, y le aclamavan rogando y diziendo: "¡Oh, dios todopoderoso que dais vida a los hombres, que os llamáis Titlacaoan, hazedme merced de darme todo lo necessario para comer y bever y gozar de vuestra suavidad y delectación, porque padezco gran trabajo y necessidad en este mundo! ¡Haved misericordia de mí, porque estoy tan pobre y desnudo, y trabajo por os servir, y por vuestro servicio barro y limpio y pongo lumbre en esta pobre casa donde estoy aguardando lo que me quisierdes mandar, o hazed que luego me muera y acabe esta vida tan trabajosa y miserable, para que descanse y huelgue mi cuerpo".
Y más dezían, que el dicho dios, que se llamava Titlacaoan, dava a los bivos pobreza y miseria, y enfermedades incurables y contagiosas de lepra y bubas y gota y sarna y hidropesía, las cuales enfermedades dava cuando estava enojado con los que no cumplían y quebrantavan el voto y penitencia a que se obligavan de ayunar, o si dormían con sus mugeres, o las mugeres con sus maridos o amigos en el tiempo del ayuno. Y los dichos enfermos, estando muy penados y agraviados, aclamavan rogando y diziéndole: "¡Oh dios, que os llamáis Titlacaoan, hazedme merced de me relevar y quitar esta enfermedad que me mata, que yo no haré otra cosa sino emendarme. Si yo fuere sano de esta enfermedad, hágoos un voto de os servir y buscar la vida; si yo ganare algo por mi trabajo, yo no lo comeré ni gastaré en otra cosa sino que por os honrar haré una fiesta y banquete para bailar en esta pobre casa!" Y el enfermo desesperado que no podía sanar, reñía enojado y dezía: "¡Oh, Titlacaoan, puto, hazéis burla de mí! ¿Por qué no me matáis?" Y algunos enfermos sanavan y otros morían.
Y el dicho Titlacaoan también se llamava Tezcatlipuca y Moyocoyatzin y Yaotzin y Nécoc Yáutl y Neçaoalpilli. Llamávanle Moyocoyatzin por razón que hazía todo cuanto quería y pensava, y que ninguno le podía impedir y contradezir a lo que hazía ni en el cielo ni en este mundo, y enriquezía a quien quería, y también dava pobreza y miseria a quien quería. Y más dezían, que el día que fuere servido destruir y derribar el cielo, que lo haría y los bivos se acabarían. Y al dicho Titlacaoan todos le adoravan y rogavan, y en todos los caminos y divisiones de calles le ponían un asiento hecho de piedras para di, que se llamava momuztli; y le ponían ciertos ramos en el dicho asiento por su honra y servicio cada cinco días, allende de los veinte días de fiesta que le hazían; y ansí tenían la costumbre y orden de lo hazer siempre.